Andrés, no mientas otra vez

Fernando Cárdenas Touma
4 min readMar 22, 2021

Conversemos sobre el debate de ayer y el porqué de su fracaso.

De un debate se espera controversias entre dos posturas representadas cada una por una o más personas. El objetivo de este tipo de espacios dentro de una contienda electoral es brindar al ciudadano una herramienta adicional para que pueda conocer las propuestas de los candidatos, contrastar la información de primera mano y decidir de acuerdo con lo que considere mejor. Para hacer esto más llevadero, le propongo analizar lo sucedido el día de ayer tomando en cuenta a sus tres actores fundamentales: los organizadores, los candidatos y los ciudadanos.

Para empezar, el marco en el que se dio el encuentro fue indigno. El CNE se encargó de cortar las intervenciones dando muy poco tiempo a los candidatos para responder e hizo un esfuerzo notable por afectar la continuidad de la confrontación. Hablando de eso, las preguntas elaboradas por el Comité Nacional de Debates, que dicho sea de paso tenían como objetivo orientar la discusión, fueron tan amplias e inconexas que provocaban respuestas ambiguas e incompletas. ¿Cómo sortear entonces un debate mal planificado y lleno de trabas?

Justamente era esa la gran oportunidad que tenían los candidatos para transmitir con claridad sus ideas y planes en medio de un ambiente propicio para el desastre y frente a un país desesperado por soluciones concretas a los problemas que afronta día a día. Pese a tener la ocasión perfecta servida en bandeja de plata, la desperdiciaron. En lugar de eso, intercambiaron repetidas acusaciones que el electorado conoce de memoria. Para muestra, un botón: la estrategia comunicacional de Lasso con el punchline “Andrés, no mientas otra vez”, pese a ser muy efectiva, retrata exactamente lo que estoy diciendo.

Esta seguramente será la frase más recordada y bien que sea así, para que inmortalice el desastroso episodio de ayer. Muy poco se habló, por ejemplo, sobre cómo el candidato a la presidencia por la alianza CREO — PSC va a lograr vacunar a 9 millones de ecuatorianos en los primeros 100 días de su administración, tomando en cuenta la pésima gestión del gobierno saliente en esta materia y los problemas de abastecimiento que hasta ahora se han presentado en el mundo. O cómo el representante del correísmo, en una demostración de necedad ideológica, pretende atraer inversión extranjera mientras se refiere a la Alianza del Pacífico como “bobo aperturismo”.

Más allá del recuento de hechos, la pregunta de fondo que se debe hacer es, ¿por qué estos debates son tan mediocres? Para empezar, la novedad es que hubo uno siendo el último antecedente la recordada contienda entre Rodrigo Borja y León Febrés-Cordero en 1984. Sí, hace casi 40 años que no tenemos un intercambio entre los candidatos finalistas a la presidencia. Es decir, todo este tiempo hemos votado de acuerdo con la propaganda y el miedo. El populismo ha devorado casi por completo la actividad política del país sin importarle izquierdas o derechas, y el engaño se ha posicionado como el comodín estrella de quienes anhelan llegar al poder.

Teniendo en cuenta lo anterior, puedo asegurarle que estos áridos debates se seguirán dando y estos malos candidatos seguirán ganando elecciones en la medida en que usted lo permita. Cuando llama “lelo” a uno o “banquero corrupto” al otro y no profundiza en sus propuestas, cuando se deja llevar por las cadenas que envían sus amigos por WhatsApp sin contrastar la información, cuando condena al rico por el simple hecho de ser rico (de esto ya hablamos en mi artículo anterior) o cuando deslegitima la opinión del pobre porque “quiere que le den todo hecho”, entonces usted está permitiendo que estas estrategias tan ordinarias se mantengan vigentes.

El fracaso del debate es la consecuencia de su propia apatía y desinterés. No permita que lo siga gobernando el miedo y la propaganda. Inaugure usted mismo la batalla de las ideas en el día a día y eleve la discusión, presente argumentos y aprenda a escuchar las propuestas del otro. Solo así se erradicará del panorama electoral a actores nefastos, dando lugar a personas mejor preparadas y que estén a la altura de sus votantes. Permitir un nuevo fiasco electoral está en sus manos, ya vimos ayer que nadie se quiere hacer cargo. ¿Asume entonces el reto y la responsabilidad? Usted decide.

--

--