El país del caos

Fernando Cárdenas Touma
4 min readApr 13, 2021

¿Cómo un país tan caótico como Ecuador pudo tener una jornada electoral tan ordenada y civilizada?

Las manos de la protesta. Oswaldo Guayasamín, 1968

Hoy me pondré conspirativo y denso, así que le recomiendo que lea con detenimiento y al detalle, no me haga repetirle las cosas. Lo vivido ayer fue producto del caos. Existen muchísimos antecedentes de esto en la historia política reciente de nuestro país y una serie de eventos y conductas erráticas que han marcado el ritmo de esta campaña electoral. De acuerdo con una de sus teoría, el caos podría eventualmente producir orden y calma, algo así como lo que vivimos el día de ayer. Tengo bastante tela que cortar y poco tiempo, así que empecemos.

La jornada arrancó muy temprano en la mañana, tuve la oportunidad de ser veedor voluntario y a las 7am estuve en la Escuela Mixta León Febrés-Cordero para supervisar la instalación de las Juntas Receptoras de Voto y la posesión de sus miembros. Entre el desconocimiento y la buena predisposición de los ciudadanos a cargo, el recinto abrió sus puertas a las 07h47. Afuera, más de 100 ciudadanos ya estaban en fila.

En las primeras horas del día había silencio y sentido de urgencia. Es difícil explicar en palabras el ambiente que se vivía en la escuela, pero, como si se tratase de algo místico, se podía percibir la determinación y la voluntad de cada ciudadano de votar por su candidato. En la primera vuelta, en cambio, recuerdo que la actitud era más bien de conformismo y de “cumplir con una obligación”, quizás relacionada con la cantidad de candidaturas inscritas y todo el “ruido” que estas habían generado; el caos transformó lo anterior en prudencia y orden.

Por otro lado, el proceso de conteo y transmisión de datos se llevó con celeridad y calma. El CNE demostró por fin estar a la altura de las circunstancias, lejos de intereses partidistas y de los errores comunicacionales de la primera vuelta. Parecía mentira la agilidad con la que se escaneaban las actas y cómo la información se iba actualizando en la app oficial, sin “apagones informáticos” ni triquiñuelas. Una vez más, el caos hizo de las suyas y transformó la incompetencia en eficiencia y orden. La autoridad electoral, tan criticada por su desorden y descordinación, cumplió con creces la tarea que tenía encargada: garantizar la transparencia y cuidar la democracia.

Ahora, para que este relato sea completo, debo incluir a los candidatos. ¿Le sorprendió su actitud y civilidad? La prudencia y orden que mencionaba antes también se percibió en ellos que, más allá de ciertas declaraciones al inicio de la jornada, esperaron hasta el final los datos oficiales. En primer lugar, cabe destacar la actitud democrática del candidato Guillermo Lasso quien, pese a que el exit poll de CEDATOS lo ubicaba como el claro ganador con más de 5 puntos porcentuales de diferencia, decidió esperar a que se contabilicen las actas y se estabilice la tendencia.

Así mismo, Andrés Arauz –pese a haberse declarado ganador en primera instancia utilizando los datos provistos por el exit poll de la encuestadora Clima Social– marcó un precedente histórico en la tendencia que él representa: nadie nunca se había soltado exitosamente de las riendas del titiritero sin enemistarse o cambiar sus principios ideológicos. Cuando Correa insistía en coquetear con el mito del fraude electoral, el excandidato presidencial dio un golpe en la mesa al reconocer su derrota y felicitar a su contrincante, demostrando finalmente sus principios democráticos. Nuevamente, el caos se encargó de ordenar el tablero político en el que Arauz se ubica ya no como un mero títere, sino como un actor que piensa y actúa independientemente, más allá de la caduca ideología en la que él se enmarca. Podría ser que este sea un análisis muy optimista, pero prefiero darle el beneficio de la duda.

Dicho todo esto, ¿por qué le comparto este relato? Porque, como yo, seguramente usted quedó sorprendido por el desarrollo de la jornada electoral. Pero no se confunda.

El orden con que se llevaron las elecciones, y que ha sido tan aplaudido por la opinión pública, tiene su origen en el caos y no en el trabajo constante de todos los actores de la sociedad para fortalecer la democracia.

Podría sonar paranóico, pero es evidente que lo vivido ayer es inmerecido. Inmerecido porque distintos sectores de la sociedad han “tirado” para su propio lado por mucho tiempo y, aún ahora, siguen sin respetar las instituciones del Estado y más bien tratan de socavarlas para su beneficio.

El país necesita funcionarios decentes y dignos, gobernantes honestos, instituciones que conserven su honor, ciudadanos responsables… Como ve, más allá de lo vivido, histórico por lo demás, queda mucho por hacer. El nuevo gobierno cuenta con usted, con su veeduría, crítica y aporte. Entonces, ¿seguirá esperando a que el caos lo favorezca, o empezará a forjar su propio destino? Llevamos (casi) toda nuestra historia republicana viviendo en el caos y me parece a mí que es hora de un cambio. Pero, como siempre, usted decide.

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