Esta boca es mía

Fernando Cárdenas Touma
5 min readApr 22, 2024

Realmente estaba conflictuado puesto que no sabía sobre qué escribir. Pasan tantas cosas, sobre todo en una semana de elecciones, que es difícil elegir un tema. Sin embargo, hoy he elegido el camino de la indignación y la rabia puesto que, una vez más, se ha puesto en evidencia que muchos dentro de la clase política utilizan la ignorancia del elector promedio para convencerlos de sus tesis, engañándolos y mintiéndoles a la cara. Y, cuando se los confronta, escondiéndose en eufemismos baratos, entre lamentos, insultos y agravios berrean: “esta boca no es mía”.

Una introducción un tanto rara. Me explico:

Cuando se empezaron a plantear los temas de la Consulta Popular, hubo dos preguntas que generaron discrepancias. La pregunta D, que hace referencia al arbitraje internacional; y la pregunta E, que pretendía autorizar el trabajo por horas en Ecuador. Dos temas complejos, interesantes y sumamente importantes para el país. Y digo para el país porque esta consulta no se trataba de apoyar a la administración de Noboa (o, en su defecto, mostrar rechazo), sino de enfrentar algunos “temas pendientes”.

Particularmente, las dos preguntas mencionadas anteriormente son caras de una misma moneda: inversión y generación de empleo. Teniendo una tasa de desempleo brutal (≈59% de acuerdo con últimos datos del INEC), cualquiera creería que estas dos preguntas tendrían un gran apoyo. Pero, para sorpresa de muchos, ganó el NO con más del 60% de los votos.

¿Podemos entender entonces que los ecuatorianos no quieren mayor inversión extranjera y, sobre todo, mayor generación de empleos? ¿O hay algo más, algo profundamente malvado y perverso, que aprovecha la ignorancia de las masas para posicionar sus mentiras? Si lo segundo fuese cierto, sería terrible, ¿verdad?

Para ilustrar aún más la situación del Ecuador, entre octubre 2022 y mayo de 2023 (son los datos más actualizados que encontré), la U.S. Customs and Border Protection (Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos de América), detuvo a más de setenta y dos mil migrantes ilegales ecuatorianos. SETENTA Y DOS MIL. Personas que, cansadas de lucharla en su país, decidieron arriesgarlo todo, hasta su vida, por un futuro mejor para ellos y para sus familias.

Por si eso no fuera poco, el empleo informal, que es el gran generador de ingresos de los ecuatorianos (de acuerdo a datos del INEC, el empleo informal genera más del 60% de las plazas de trabajo existentes en el país), es un sistema realmente precario en el que se llega a pagar valores tan bajos como USD 1.67 por hora, sin ningún tipo de seguro o beneficio, por supuesto. Entonces, teniendo una alternativa legal, dignificante y atractiva, no se entiende la victoria del NO. ¿O sí?

Piensa mal y acertarás, dice un viejo refrán. Y yo, que soy amante de los datos, estadísticas y cosas comprobadas, me voy a dar la oportunidad de dejar volar un poco la imaginación. Quédense conmigo.

¿A quién le sirve un pueblo ignorante, servil y distraído? ¿A quién le sirve que el gobierno de turno fracase? ¿Quién podría llegar a pensar que, pese a toda la evidencia, el trabajo por horas es contraproducente?

Para mí, la respuesta es sencilla y se divide en dos. Por un lado, aquellos que se oponen a estas medidas y activamente hicieron campaña en contra de las preguntas D y E de la Consulta Popular, pertenecen a una clase intelectual privilegiada y desconectada de la realidad, cuyo sueño húmedo es que se imponga una sofocracia en el país, y que mira a los demás con desdén y desde una supuesta superioridad. Más peligroso aún, y haciendo gala de una supina ignorancia, pregonan y distribuyen ideas colectivistas tremendamente dañinas, que destruyen toda riqueza a su paso.

Por otro lado, el famoso grupo de Puebla y aliados. Gente que quiere bajo cualquier concepto recuperar el control que alguna vez poseyeron.

Como Sauron y el anillo, desesperados por recuperar aquello que una vez fue suyo y que con tanta habilidad manejaron a su conveniencia: el poder.

No estoy inventando el agua tibia aquí, este grupo de delincuentes utiliza la ignorancia como su mejor arma y, de forma casi natural, la blande para dominar al pueblo.

Si estas iniciativas, representadas en las dos preguntas antes mencionadas, han perdido, ha sido porque a este grupo de delincuentes les conviene. Les conviene que la gente no consiga trabajo, les conviene que no tengan educación, les conviene que cualquier gobierno que no esté alineado con ellos, fracase. Les conviene puesto que se alimentan de ese dolor y lo transforman en respaldo político. La forma de hacer política de este grupo es maquiavélica, sí. Pero, sobre todo, perversa.

Y la clase intelectual, que irónicamente no se cansa de demostrar una profunda y rancia estupidez y carencia mental, le sigue el juego perfectamente bien. Pregonan ideas erróneas, caducas, obsoletas y falsas en espacios académicos, facultades, salones de clases, etc. Algunos incluso sabiendo que sus esfuerzos y “enseñanzas” generan el caldo de cultivo perfecto para que luego, los delincuentes que una vez nos gobernaron, los cautiven con su discurso. Y cuando el país entra en alguna crisis fruto de su malicia, acomodados como ellos solos y disfrutando en piscinas llenas de tetones, simplemente le dicen a la ciudadanía “esta boca no es mía”.

Sin embargo, en la vida hay que asumir. Asumir errores, aciertos y responsabilidades. Poner el pecho y decir “fui yo”, sea lo que sea que hayas hecho. Mi abuelo decía: “siempre pon tu nombre en tus trabajos, para que la gente sepa quien los hizo.” El ecuatoriano, por naturaleza, tradición y obligación, está acostumbrado a frentear. Y, sin embargo, una vez más la clase política le da la espalda al pueblo que representa y dice “esta boca no es mía.” Los unos por todo lo descrito anteriormente, y los otros (yo incluido) por callar o no hacer lo suficiente. No más.

Para los ecuatorianos de bien, es normal asumir sus responsabilidades. Los padres que luchan para llegar a fin de mes, o el estudiante universitario que camina incluso horas para poder llegar a sus clases, la gente que labra el campo o navegan por el mar en busca de la pesca diaria. Por los que asumen, por los que merecen un futuro mejor, por los que han pasado y los que vendrán, creo que debemos inaugurar definitivamente la batalla de las ideas y pelearla hasta el final. Y si, quienes nos sumamos a esta lucha, nos equivocamos en el camino, que nuestro compromiso sea poder mirar a la gente a los ojos y decir “esta boca es mía.

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